Casco histórico medieval de Tui

Un placer para los sentidos,  un trozo de historia, de agua y piedra, de silencio. Unamuno la definió como «balcón del paraiso terrenal», campo y agua se funden con el empedrado de las calles, con las pendientes de escaleras que conducen hacia el rió. Fue capital de provincia, cuna de hombres ilustres, ciudad comercial y episcopal, ciudad de frontera, cabecera de una amplia zona de influencia que se extendió hasta Oporto y Ourense. Ciudad culta, apasionada, bella y serena. Una dulce doncella que acuna el Miño, que duerme desde hace años en la tranquilidad de tiempo intemporal. Paseo por sus calles, y para mi nada cambia, en cada paso vuelvo a la infancia, a los juegos infantiles, a los amigos de siempre, a esa felicidad ausente de problemas. ¡Como se desea ahora no haber crecido!

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